«Truco o trato». Esta es la frase que en países anglosajones, y cada vez más en otras latitudes, se escucha la noche del 31 de Octubre, celebrando Halloween: La Noche de los Muertos.
Desde hace casi 2000 años que se creía que en este día, el cual era el del fin de la cosecha, la barrera del mundo entre los vivos y muertos desaparecía, por lo cual surgían de sus tumbas y se mezclaban con los vivos. La única manera de no ser atacados por los muertos era pareciéndose a ellos, por lo que se disfrazaban con mascaras, encendían hogueras..todo ello para poder evitarlos.
Esta creencia de origen Celta, fue llevada a otras partes del globo por inmigrantes Irlandeses, haciéndola famosa en todo el mundo
No es raro acercándose la fecha, ver en televisión las típicas películas de miedo; se pueden observar un poco las tradiciones de estas fechas…las calabazas decoradas, la gente disfrazada y las travesuras (más o menos inocentes) de niños (y no tan niños) cuando la respuesta a sus peticiones de caramelos no tienen una respuesta positiva.
Además de esta fiesta, Irlanda goza de fama de ser un país con un fuerte turismo juvenil y de un gran ambiente de fiesta, sobretodo motivado con los ERASMUS, cursos de inglés, trabajos temporales en granjas locales, etcétera.
Dublín, su capital, posee muchos atractivos los cuales pueden ser ideales para pasar desde unos días hasta una estancia más larga, todo dependiendo de lo que busquemos y nos interese y motive al viajar a la isla, de entre sus atractivos destacan:
Guinness Factory: Para los amantes de la cerveza, además de disfrutar de su sabor en un bar con vistas panorámicas, se podre tener acceso a la historia de esta bebida desde sus inicios.
O’Conell Street: la arteria principal de la ciudad, centro neurálgico de la vida irlandesa; tiendas, bares y teatros se agolpan en toda su extensión, aquí se puede sentir el pulso de la ciudad.
Temple Bar: Uno de los barrios más antiguos de la ciudad, donde el ocio diurno y sobre todo nocturno está a la orden del día.
Otros sitios dignos de conocer, ya fuera de Dublín son:
Los Cliffs o Acantilados de Moher son orgullo nacional, son un «MUST» para quienes disfrutan del aire libre y la naturaleza, en algunas zonas alcanzan más de más de 200 metros de altura, y presenciar allí un atardecer, deja sin aliento.
Cork: Sobretodo por su arquitectura: edificios y catedrales, son una delicia recorrerla, sin olvidar que es la segunda ciudad más grande del país, pero será el entorno, la arquitectura, el clima…que a veces sientes estar en otro tiempo…
Decía antes que para estancias largas, también es un sitio recomendado… poniendo un símil, Granada, como ciudad estudiantil española, Dublín puede ser una gran experiencia por ejemplo a la hora de realizar alguna estancia en granjas ecológicas (forma de turismo cada vez más común) o para algo mucho más práctico: reforzar Inglés, de hecho la época cercana al invierno, muchas personas la aprovechan para aprender inglés en alguna de las academias de la ciudad por lo que se pueden matar dos pájaros de un tiro: hacer turismo, y aprender.
Una ventaja quizás comparando Dublín con Londres, es que el acento irlandés no es como el británico, y que la capital británica, puede estar bastante masificada, sobre todo por italianos, franceses y españoles, por lo que si se hacen los típicos grupillos por nacionalidad, la práctica del idioma extranjero queda a veces relegada a muy pocos momentos durante el día.
Desde España las conexiones son inmejorables, además de precios de los vuelos muy bajos, a pesar de reservarlos en temporada alta, por lo que tanto para unas vacaciones, como para una temporada, Irlanda puede ser un gran descubrimiento.
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