En mi viaje a Israel, tenía clara mi intención de poder entrar en Palestina, y si bien no pude dedicarle todos los días que pensaba, mi visita a Belén fue un comienzo, y si en el futuro tengo la oportunidad de volver a volver a Territorios Palestinos, querré completar y descubrir el resto de ciudades
Viajar a Belén
Cómo llegar a Belén
Para ir de Jerusalén a Belén, basta con coger el bus 231 en la estación de buses al lado de la Puerta de Damasco. 7NIS el coste del billete y media hora de viaje bastan para poder entrar en Palestina.
La entrada a Belén fue caótica una vez puse un pie en el suelo, ya que una avalancha de taxistas al grito “where you go my friend” me rodeó y me invitaba acaloradamente a subirme a sus taxis.
Mi intención era hacerlo a pie, ya que si bien los puntos importantes de la ciudad no estaban demasiado lejos entre sí, además el clima no era tan duro como en otros pateos que he hecho viajando, pero al cabo de unos 30 minutos acabé aceptando la ruta que me hizo uno de ellos por unos 170NIS, unos 40€ (seguro que he acabado pagando precio turista…)
Qué ver en Belén
La ruta por Belén comenzó entrando por una zona llena de murales y grafitis con temática política teniendo a Israel y Estados Unidos como protagonistas, y debo decir que fue la parte que más me gustó del recorrido, ya que no estaba muy puesto con lo que se podía ver en Belén, y seguramente no hubiera dado con ellos, o quizás no con todos.
Los otros puntos importantes de Belén son La Iglesia de la Natividad, sitio donde teóricamente nació Jesús y la Gruta de la Leche.
La Iglesia de la Natividad tiene bajo el altar principal la zona donde en teoría nació Jesucristo. Un altar subterráneo lleno de incienso , candelabros y velas y que en el suelo está un sol de puntas donde la gente toca, reza y saca fotos.
La iglesia entera estaba en reparaciones, aunque en realidad estaba totalmente apuntalada así que más parecía pronta a derrumbarse. En su momento pensé que eran andamios para re-pintar las paredes o limpiar, pero no.
La cola para pasar fue muy pesada, quizás de una media hora, ya que el acceso lo hacen de forma controlada, y como cada persona que entra quiere poner velas, sacar fotos y orar, pues se echan un buen tiempo ahí. En mi caso me quedé justo en la puerta ya que los sacerdotes decidieron para la visita, renovar las velas, encender los inciensos y limpiar el altar. Ese ritual duró unos 10 minutos.
Luego fui el primero en pasar. Mi visita no fue de mas de 30 segundos, ya que tampoco iba a orar ni poner ofrendas, y por otro lado el taxista estaría harto de esperarme
Aquí el taxi empezó a “olerme” mal, ya que entre un punto y otro, hacíamos paradas en sitios de artesanía donde notabas la presión por comprar algo, sobretodo porque el taxista me decía que en ese sitio trabajaba o un familiar o un buen amigo suyo… Pasamos a un taller de camisetas, a un taller de artesanía en madera, otro en cuero… y era algo que no me empezaba a gustar. Compré un souvenir para mi madre hecho a mano con la intención que parara la ruta de compras. Por suerte así fue.
A las 4 horas el taxi me dejó en el mismo lugar de partida para coger el bus de regreso a Jerusalén, aquí el taxista se coronó cuando me dijo: “No Tips?”. ¡Pero si tu me pusiste el precio cerrado del viaje!
“Ok ok my friend, if you are happy, i’m happy too”
Nos despedimos y pillé mi bus de regreso
Mis sensaciones al visitar Belén
Debo decir que no le vi el punto a Belén… No sé si por expectativas (aunque no tenía ninguna), o por hacer una ruta que fue de más a menos (Lo de los grafitis me gustó mucho, pero las iglesias no me dieron ninguna sensación especial). Quizás de haberlo hecho a pie habría tenido otras sensaciones, pero los buses turísticos, los bares de camisetas del real Madrid y el “despacito” sonando no ayudaban a darle a la ciudad ese toque especial que esperarías en una ciudad tan nombrada para la humanidad.
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