Mi último día completo en Svalbard lo iba a dedicar a una actividad muy común, pero a la vez algo ensombrecida por el tema del turismo responsable y sostenible. Me refiero a recorrer Svalbard en trineo tirado por huskies.
En los países del ártico, esta actividad es una de las muchas que puedes realizar, y Noruega tiene un sin fin de actividades para hacer en invierno donde tendrás la oportunidad de vivir el frío de una forma única
Svalbard en Trineo
Antes de viajar a Longyearbyen, me comuniqué con la empresa BaseCamp Explorer, quienes además de ofrecerme este tour gratuito, me dieron toda la información que solicité no sólo sobre cómo es el cuidado de sus perros, sino también del entorno en el que se trabaja.
Esta empresa tiene también base en Kenya, por lo que el respeto hacia el medio ambiente, fauna y flora, está más que presente. Basta ver la cantidad de premios que reciben por su buen hacer.
Dominika fue nuestra guía, la cual nos condujo hasta las oficinas de BaseCamp Explorer para recoger todo el material necesario además de cambiar nuestra ropa a unos trajes térmicos, botas, guantes, balaclavas y comida.
Condujimos hasta Bortendalen, lugar donde tomamos contacto con nuestros peludos y ansiosos amigos que nada más llegar ya estaban ladrando y saltando de un lado para otro. 90 huskies separados entre hembras y machos, y que cada trineo iba a ser tirado por 6 de ellos.
Nunca me imaginé la fuerza que pueden llegar a tener. Estaba a punto de conocer Svalbard desde otro prisma.
Nos contaron cómo los cuidaban, cómo era su día a día, qué condiciones y jornada de trabajo tenían, etcétera, hasta que nos dieron las pautas de cómo coger a nuestros perros sin hacerles daño, cómo poner el arnés, y obviamente saber cómo controlar el trineo ya que no es simplemente hacerles un gesto y listo.
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Por la crianza, los perros están deseando salir a correr.
De hecho cuando estábamos reuniendo a los 6 que llevaban nuestros trineos, los que estaban amarrados estaban ansiosos por salir, mientras que el resto de perros aullaba esperando ser uno de los elegidos.
Una vez amarrados los 6, todos empezaban por sí solos a saltar , aullar y empujar del trineo, por lo que teníamos que tener el freno puesto todo el tiempo.
En la ida yo fui el conductor del trineo, donde tuve una caída sin mayor importancia, ya que la salida de los trineos era en pendiente y nunca pensé que los perros alcanzaran tal velocidad, y que por mucho que intentara frenar, era imposible
Cuando alcanzamos zona llana, el viaje era de total disfrute, ya que las pequeñas pendientes que habían eran fáciles de controlar
Lo que más me llamaba la atención, es que cada vez que parábamos, (ya fuera porque algún trineo se quedara atrás o simplemente por controlar al grupo), los perros no hacían mas que aullar, ladran y tirar para seguir andando
Después de algo más de una hora llegamos a la cueva de hielo, que si bien no era tan espectacular como la anterior, sí era bastante mas alta y profunda. de hecho, al final del recorrido se nos invita a apagar las luces de los frontales y los móviles para poder oír la cueva y el glaciar.
Durante esos 30 segundos no notamos diferencia entre tener los ojos abiertos o cerrados. y claro que oímos el hielo crujir a nuestro alrededor.
Salimos, y nuestros fieles amigos nos esperaban ya bastante más relajados que al principio, por lo que nos preparamos para comer cavando en la nieve y montando un improvisado sofá.
La comida deshidratada en ese entorno me sentó de maravilla, y aunque no estaba tan despejado como en días anteriores, la temperatura aún era agradable.
Cuando acabamos de comer, los perros sabían que empezábamos el viaje de regreso, y cada vez de iban excitando más y más, y poder amarrarlos nuevamente a los trineos llegó a ser bastante difícil, pero pudimos con ello.
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El camino de regreso fue esta vez conmigo dentro del trineo disfrutando del viaje y del paisaje, hasta que tuvimos un momento complicado ya que el terreno hizo que con la velocidad el trineo volcara, pero los perros siguieron tirando del trineo durante unos metros.
Reconozco que me asusté un poco, pero iba bien afirmado y con el trineo cerrado así que no tuvimos que lamentar nada. Además, iba cubierto por un seguro de viajes que incluía deportes. Chico precavido
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Volvimos al hogar de los perros, donde los volvimos a dejar a sus casetas para que descansaran. Ya a esas horas los perros estaban mucho más tranquilos y pudimos pasear y jugar con ellos sin que se pusieran nerviosos.
Algunos estaban encantados de jugar, otros estaban en sus casetas sin ganas de mucha fiesta.
Volvimos al pueblo y tuve tiempo de conocer a Linn, Key Account Manager de BaseCamp Explorer, a quien no sólo agradecí toda su colaboración y buena disposición a colaborar en mi viaje
También pude conocer cómo se está planteando el turismo en Svalbard dentro de un marco sostenible y responsable, y me gustó escuchar que no hay intenciones de explotar el lugar, ya que si se hiciera dejaría de ser un paraíso helado.
Descubrir Svalbard ya sea de trekking o con trineo es algo que no puedes dejar de hacer si viajas hasta aquí.
Si se hiciera, dejaría de ser un paraíso helado
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